lunes, 1 de febrero de 2010

Historias de GIGANTES

Cuzco IV se trata de una moderna e impresionante torre de oficinas de 22 plantas en el corazón del distrito empresarial de Madrid, situado en el paseo de la Castellana, y que fue construido entre 1975 y 1979. Su arquitecto, Mariano García Benito, no figura justamente entre los arquitectos más mediáticos de la arquitectura madrileña. Este carácter de anonimato de su arquitecto, unido a su situación, ligeramente distanciada de la celebre manzana del distrito financiero y comercial de AZCA, y a su altura, inferior a lo que su diseño y concepción merecen, han contribuido de alguna manera a que este magnifico edificio nunca se halla considerado como perteneciente a la elite de la arquitectura madrileña. Gran Error. La elegante composición fragmentada por capas de sus volúmenes, y la exquisita articulación de sus proporciones en sus distintas fachadas, unido a las texturas rugosas de sus prefabricados complementados con el color ocre de sus superficies acristaladas, hacen de este edificio un magnifico ejemplo de lo que debe ser un elegante y funcional edificio en altura.

Atendiendo a las características de este edificio encontramos como primordial su composición por distintos volúmenes, prismas en este caso, que dotan al edificio de una especial singularidad. Así podríamos decir que proviene o que recibe grandes influencias de la arquitectura del neoyorkino Raymond Hood, arquitecto que llevo su arquitectura del neoclasicismo al estilo Art Decó. Este ultimo es un sentido una amalgama de muchos estilos y movimientos diversos del temprano siglo XX como el constructivismo el cubismo o el estilo de la Bauhaus y que se inspira en las primeras vanguardias. Encontramos características comunes entre el estilo Art Decó y este edificio madrileño como son las formas cúbicas, las agrupaciones de distintos volúmenes (prismas o trapecios), el color, el fuerte sentido de la línea o la ilusión de pilares.

De este mismo arquitecto son también algunos de los edificios que podemos considerar familiares directos de Cuzco IV, como el Daily News construido en 1929, conocido popularmente por servir como modelo para el Daily Planet en el que Clark Kent trabajaba como periodista, fue uno de los primeros rascacielos que se construyo sin una corona ornamental. Podemos considerarlo un precursor de otro de los familiares que atribuyo a mi edificio del paseo de la Castellana, que es el Radio City, situado en el famoso complejo comercial del Rockefeller center que supuso en reto ya que era la primera vez que se construía unificando tres manzanas. Se denominaba como una ciudad dentro de la propia ciudad. La construcción de sus 70 plantas, terminada en 1933, amedrenta nuestra versión de este hito, pero que cincuenta plantas mas aguantaría la comparación sin vacilar.

Desviando la mirada de las impresionantes creaciones de Raymond Hood, también encontramos parecido en edificios como el Phoenix Rhein-rohr AG en Dusseldorf, de los arquitectos alemanes Helmut Hentrich y Hubert Petschnig construido en 1960, en el que fácilmente podemos ver que comparte algunas de las características que antes hemos otorgado a Cuzco IV como son la composición por diferentes volúmenes, el color o el fuerte sentido del que se dota a la línea.

Quedándonos mas cerca, incluso sin movernos del emplazamiento de Cuzco IV, el paseo de la Castellana, encontramos la Unión y el Fénix, producto de un polémico y tortuoso concurso que finalmente gano el arquitecto madrileño Luís Gutiérrez Soto tras realizar unas cuantas modificaciones sobre la marcha al proyecto que en un principio iba a ser presentado a concurso dando lugar a esta sobria y elegante adaptación a pequeña escala del rascacielos neoyorkino que fue construida entre los años 1966 y 1971.
Por ultimo durante la búsqueda de familiares de mi edificio encontré este desconocido pariente que bien podríamos considerar una versión modernizada de Cuzco IV.
 
Después de este breve paso general por los familiares creo que hay que destacar la influencia de Raymond Hood en la construcción de este edificio, y al tomarlo como un conjunto en su emplazamiento considerando los centros comerciales y financieros de AZCA y la CTBA, nos lleva directamente a las ciudades de torres de este arquitecto neoyorkino, que no son mas que una versión sutilmente modificada del actual Manhattan en la que varias torres completan una manzana creando una especie de bosque urbano para solucionar los problemas a los que se ve sometida una ciudad de este tipo. Estas crean un impresionante horizonte que puede ser divisado desde cualquier otro punto del núcleo urbano.

Este tipo de ciudad compuesta y compleja, a mi parecer, podría ser el caso del Madrid que vivimos hoy en DIA, una ciudad en la que encontramos en diferentes zonas una serie de torres que conforman distintas manzanas en los alrededores de Cuzco IV. Este esta situado entre dos importantes ejes, Torre Picasso/Torre BBVA y Torres Kio/Torres del norte. Aunque bien es verdad que dista bastante de la particular idea que concibe Hood, ya que estos dos ejes están ligeramente desviados del eje central que posee la cuidad de Madrid y por eso mismo, carentes de centralidad. La idea del arquitecto neoyorkino posee mayor densidad en el centro y menor en la periferia, como por ejemplo el proyecto “Arrebato”, una descarada propuesta para poner en practica su idea de Manhattan dando una mayor densidad al centro de la manzana liberando así el resto del espacio descongestionando el trafico y las actividades que se llevan a cabo dentro de la ciudad y aportando una nueva forma de percibirla a cualquier escala. Un refrán dice que las comparaciones son odiosas pero inevitables, el mismo Federico García Corca se reía de los altos edificios de Manhattan y los llamaba rascaleches ironizando el nombre que se les había dado de rascacielos. Algo similar sentimos nosotros al observar y comparar nuestras torres urbanas con las de las capitales americanas o asiáticas, en las que la esbeltez de los edificios más altos alcanza proporciones verdaderamente impresionantes.

Madrid no es una ciudad que destaque por las grandes dimensiones de sus rascacielos, en cambio sus edificios en altura aportan gran singularidad a la ciudad. Observando el perfil de los edificios madrileños más altos y centrándonos en su emplazamiento, nos damos cuenta de que responden a un esquema norte-sur, como si de una simple repartición monetaria se tratase. En el norte se levantan las torres, los edificios de gran altura, torres pertenecientes a bancos, oficinas, etc. Las

torres del dinero, como las torres de plaza castilla, las torres kio, Cuzco IV, el complejo comercial y financiero de AZCA...mientras que en el sur apenas consiguen elevarse del suelo edificios mucho más modestos en

todos sus aspectos.
 
Pensando en esta problemática, me lleva a hacerme una pregunta que tal vez no necesite respuesta, ¿Posee la capital española, gracias a la incorporación de estos “gigantes”, un skyline o un horizonte, al mas puro estilo de Manhattan?
Planteándonos esta cuestión, creo que gracias a estas relativamente nuevas construcciones, Madrid acoge un nuevo perfil sugerente y singular con su reciente incorporación a su urbanismo. A diferencia de la línea de horizonte que nos aportan ciudades como Nueva York, el skyline de Madrid no solo queda definido por sus edificios mas altos visibles desde todos los puntos del núcleo urbano sino que también lo conforman, visualizándolos a modo de horizonte, algunos de los edificios históricos que se encuentran en la ciudad pese a su menor altura, y todo ello gracias al estratégico emplazamiento de estos últimos, sobre montículos o resaltos que no permiten que su altura sea un impedimento en cuanto a visión se refiere. Así podemos decir que los “gigantes” de Madrid no se miden solo por su altura.

El horizonte de Madrid, o de cualquier ciudad en realidad, nos permite descifrar su historia, refleja el poder religioso, militar, político o económico que ha tenido o tiene la ciudad, representa en coordenadas cartesianas la evolución de la arquitectura a lo largo del tiempo. Así mismo podemos hacer una diferenciación dentro del perfil urbano que nos ofrece Madrid, que podríamos considerar que comenzó a crearse en el siglo XX: el perfil de los rascacielos y el perfil de las calles de la capital.
 
El panorama urbano que nos aportan los rascacielos madrileños es muy variopinto y comenzó con la construcción de ellos en las inmediaciones de la Gran Vía y que a partir de la década de los 80 dejo paso a la creación de grandes complejos aislados a las afueras del distrito de Madrid que son los que hoy en DIA nos aportan mayor singularidad al horizonte de la ciudad. La construcción de estos edificios de gran altura en Madrid ha roto la escala de la ciudad ampliando sus límites, se ha modificado la escala de referencia y la relación entre la ciudad y los pueblos que la rodean, dotando de gran importancia a esos edificios. La existencia de este tipo de construcciones en la ciudad dotan al viandante de una visión completamente diferente de la ciudad cuando pasea por ella.
 
Por otro lado, el panorama de las calles y las plazas que se encuentran en la capital viene dado por la topografía ya existente, que nos permite en algunas calles céntricas divisar los límites del casco urbano a modo de skyline. Este es el caso por ejemplo de la Gran Vía, que gracias a su anchura y su cambio de pendiente ofrece una vista muy singular desde cualquiera de los puntos en los que nos situemos.
El urbanismo de Madrid por un lado carece de referentes y de objetivos respondiendo mas a oleadas de especulación o política que a una necesidad vital de la ciudad, como podría ser esa mencionada descongestión o la creación de una “ciudad verde” pensada para las personas que se mueven por ella a pie, sin necesidad de utilizar ningún vehiculo de transporte. Pero tal vez nos centramos demasiado en sus trabas, en sus pasos en falso, en sus errores... ¿no podría ser esta manera de urbanizar, justamente su peculiar personalidad?
Cierto es que por un lado comenzando como ejemplo con las Torres del Norte, situadas en Plaza Castilla, se perciben como cuatro cohetes a punto de despegar, pero el caso es que no terminan de hacerlo. Un acercamiento al modo de construcción neoyorkino sin tan siquiera llegar a rozarlo. Tal vez se trate de un intento frustrado de dotar a la ciudad de un horizonte nuevo en el que estas torres no terminan de destacar sobre el plano de las cornisas de los tradicionales edificios que conforman el casco histórico de la ciudad, quedando mermadas por su falta de ambición y su aislamiento. Aunque por otro lado, precisamente podríamos considerar que este aislamiento resalta la megalomanía de su propia concepción, ya que le aporta a los edificios cierta distinción, un delirio de grandeza, la ilusión de que desde su ubicación controla todo: trabajo, emociones, etc., al mas puro estilo de la ciudad de ciencia ficción de Mordor como el ojo que todo lo ve desde esa peculiar posición que posee. Entonces, ¿se sobreestima la capacidad de estas, o son justamente las cosas menos llamativas las que conforman su grandeza? Así mismo encontramos gran número de ejemplos de este mismo tipo dentro de la capital, como el edificio de Cuzco IV situado en la plaza de Cuzco, en pleno corazón de Madrid. Este, a pesar de su lograda ubicación, se enfrenta a otro tipo de problemas como son su insuficiente altura, o mejor dicho su poca esbeltez, lo que hace que la construcción pase algo mas desapercibida cuando caminamos a su lado.

Pero las consecuencias de este nuevo perfil que esta generándose en Madrid con el paso de los años van mas allá de lo visual, el crecimiento en altura crea una referencia de proximidad y de localización al centro, aportando al ciudadano seguridad y convencimiento de que es partícipe de un proyecto común. Las personas que se desplazan a la ciudad, por fin, tienen una referencia, un hito, pero también, una identidad. Guste o no, por fin tenemos una imagen a la que identificar nuestros fracasos o victorias.
Madrid no es Nueva York, ni quiere serlo, es una ciudad diferente en su escala y su dinámica, pero es una ciudad igualmente admirable.
 
 

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